El estudio de los refranes, que de unos cuantos años á esta parte va tomando gran importancia en la república de las letras, es uno de los más indispensables para el literato, bien así como para el hombre de sociedad. En efecto, no existe obra alguna, antigua ó moderna, seria ó festiva, que no abunde más ó ménos en proverbios, como tampoco se traba conversaci�n donde á la media docena de palabras no se introduzca alg�n refran, ya como ornato y amenidad del discurso, ora como testimonio y autoridad del principio sentado. ¿Y cuántas veces no ha ocurrido, que por ignorarse el verdadero sentido de tal ó cual refran, se ha hecho de �l una aplicaci�n abusiva? O por lo ménos, ¿cuántas no sucede que al exponerlo se verifica mediante una forma errónea?... Pues á remediar este mal, en la parte posible, sale á luz el presente librito, en cuyas páginas se contienen al pié de 1.800 sentencias acompañadas de su correspondiente explicaci�n, en la forma más sucinta y luminosa que posible ha sido.
Hoy que no se halla en el comercio un libro de esta índole á ningun precio, por haberse agotado las ediciones todas, fácil nos hubiera sido reproducir á la letra cualquiera de tantas recopilaciones como se han hecho en nuestra naci�n; pero en unas nos encontramos con un trabajo diminuto; en otras, por el contrario, superfluo; ésta carecia de explicaci�n; aquéllas las presentaba tal vez err�neas.
Deseoso, pues, de conciliar los extremos todos, esto es, el de la utilidad, el de la elegancia y el de la economía, cometimos la redacci�n de un trabajo de semejante índole á uno de nuestros más competentes y especiales literatos en este ramo, siendo el fruto de sus tareas en este particular la presente Colecci�n, en la que se hallarán muchos refranes que no constan en los diccionarios ni en las obras particulares de este género publicadas hasta el d�a. Si hemos acertado en nuestro propósito, se dar� por muy satisfecho de ello.
EL EDITOR.
Hay personas tan exigentes y ambiciosas, que no satisfechas con haber logrado lo razonable y necesario, piden además las cosas superfluas. Tambi�n se dice: Conde y condadura, y cebada para la mula, y Tres cosas demando si Dios me las diese, la tela, el telar, y la que lo teje.
La avaricia redunda por lo com�n en daño del avariento.
Si el superior es pendenciero, no les irá bien á los súbditos.
Los inferiores, por lo com�n, se acomodan al dict�men de los superiores, e imitan sus costumbres.
Moteja a los que s�lo dan lo que no les puede aprovechar.
Cada uno debe vivir y sustentarse de su trabajo.
Denota, hablando de dos personas, que la una es tan mala como la otra.
Quien emprende o toma a su cargo muchos negocios a un tiempo, por lo com�n no puede desempe�arlos bien todos.
La carrera eclesi�stica, los colmenares y ganado lanar, proporcionan por lo regular muchas comodidades y riquezas.
En este mes suelen ser las aguas abundantes.
De las lluvias y templanza de estos meses pende la abundancia de las cosechas.
En esta �poca es forzoso precaver las necesidades de todo el a�o.
Denota cu�n convenientes son para las buenas cosechas las lluvias en dichos meses.
Se dice de los que corresponden con ingratitud a los beneficios.
Regularmente los ni�os que son educados por sus abuelos, salen muy mimados y viciosos.
Explica el gran cari�o con que los abuelos tratan regularmente a los nietos.
Por lo com�n, de lo que m�s se habla es de aquello que el �nimo est� muy preocupado.
(V�ase Nunca por mucho trigo es mal a�o.)
No conviene dar que sentir a quien despues hay necesidad o intenci�n de complacer.
Los que manejan dependencias o intereses ajenos, suelen aprovecharse de ellos m�s de los justo. [Tambi�n se dice: Administrador que administra, y enfermo que se enjuaga, algo traga].
Advierte la moderaci�n con que se deben comer las aceitunas para que no hagan da�o.
Para conseguir las cosas es preciso tener sufrimiento y constancia.
Cuando est� parada la ace�a por no haber cibera, el primero que llega muele sin detenci�n su trigo, y despacha; pero si est� ocupada, de nada sirve que el molinero sea amigo para no detenerse.
Los medios o instrumentos pr�pios para un fin, sirven m�s que la violencia.
En cualquier fortuna o accidente se debe seguir a sus antiguos compa�eros.
Advierte los riesgos que tiene el gobernarse uno por s�lo su dict�men en asuntos de importancia o de gran consideraci�n.
Se debe proceder en las cosas de importancia con la mayor madurez antes de tomar una resoluci�n, a fin de que �sta salga acertada.
Se aplican a los que alegan pretextos fr�volos para no hacer alguna cosa. Tambi�n se dice en el mismo sentido: El malo, para mal hacer, achaques no ha menester; o este otro: Á buscarla ando la mala de la rueca, y no la hallo.
Apl�case a los que fingen una cosa, y hacen o quieren hacer otra.
Se usa cuando vemos que el hombre noble se humilla, y el ruin se alza. Tambi�n se dice: Ab�janse los estrados, y �lzanse los establos.
Burla que se hace a los que dicen una cosa como secreta o misteriosa, cuando ya todos la saben. De otro modo:
(V�ase Quien el aceite mesura, las manos se unta.)
Se dice de los que gastan y triunfan con las rentas ajenas que administran, y despues vienen a morir en la c�rcel.
La hacienda que sin trabajo y afan se adquiri�, va por lo com�n a parar a manos de quien en breve tiempo la disipa y consume.
Algunas personas son tan desgraciadas, que por m�s trabajo y diligencia que pongan, nunca mejoran de fortuna.
Explica la conformidad y gratitud que debe tener el que recibe respecto del que da, aunque el don sea corto.
Denota que en este mes suele empezar a sentirse el frio. Cuando sucede lo contrario, dicen algunos: Agosto frie el rostro.
Aconseja la econom�a con que deben vivir los labradores, porque la cosecha es s�lo una, y �sa contingente.
(V�ase Todo andar� bien si la varita no se quiebra.)
Manifiesta cu�n convenientes son en este mes las lluvias para fecundizar los campos.
La lluvia por San Juan es da�osa a las vides, y de ninguna utilidad a los trigos.
Se recomiendan los buenos efectos del agua por contraposici�n a los perjudiciales que suele causar el vino.
Da a entender el poco caso que se debe hacer de las cosas pasadas cuando ya no sirven ni conducen a las presentes.
Se dice porque el higo es caliente, y la pera aguanosa y fria.
Denota que son malos los alimentos cuando no son apropiados a nuestra econom�a.
Las lluvias en este mes son provechosas al azafran, a las abejas y a las uvas.
Ense�a la cautela y prudencia con que se debe dar asenso a las expresiones de los hombres.
Cuando las cosas han de suceder con felicidad, poco o nada importan los embarazos y estorbos que se ponen a su logro.
Se dice del que s�lo atiende a su propio inter�s o conveniencia, sin cuidarse de los dem�s.
Las personas de genio, al parecer manso y apacible, cuando llegan a enojarse suelen ser m�s impetuosas y terribles. D�cese a semejanza de los rios donde el agua va muy sosegada y mansa, que son m�s de temer por su profundidad. Usase m�s comunmente de este refran en la primera prte; y tambi�n se suele decir en el mismo sentido: Gu�rdate del agua mansa.
Se advierte que cuando no se pudiere recobrar enteramente lo perdido, se procure recoger la parte que fuere posible; porque del mal, el m�nos.
Ninguno est� libre de que le suceda lo que a otro, y por tanto no debe jactarse de poderse sustraer a las leyes universales.
Para que salgan bien hechas las cosas no se han de ejecutar con precipitaci�n.
N�tase ir�nicamente al que es rudo y de poco entendimiento.
Se dice de los que, habiendo salido mal de una empresa, vuelven de nuevo a acometerla con la esperanza de insdemnizarse de los perjuicios que sufrieron.
Los que son demasiadamente curiosos, suelen oir o ver cosas de que les resulta pesadumbre y disgusto.
Se aplica al que se apura por el negocio ajeno m�s que el mismo interesado.
Deben evitarse contiendas con personas de genio violento e inconsiderado.
Es sumamente peligroso en la vejez mudar de clima.
Para vencer cualquiera dificultad o peligro, se deben prevenir y tomar con tiempo los medios necesarios.
Es dificultoso para una persona sola manejar muchos negocios a un tiempo.
Quien se resiente de lo que se censura en general o casualmente, da indicios de estar comprendido en ello.
Algunas mujeres gastan en adornos exteriores y superfluos lo que debieran reservar para cosas necesarias.
El acierto en los matrimonios se debe encomendar a Dios, y no fiarlo s�lo de la prevenci�n del dote.
Se deben evitar y huir los pleitos a�n con detrimento en el ajuste, por la contingencia de perderlos, y la certidumbre de los gastos que ocasionan.
Adviere no aventuremos la fortuna o la conveniencia que gozamos por la esperanza de otra que se nos figure mayor.
(V�ase Al fin se canta la gloria.)
Muchos no son estimados como merecen por no manifestar lo que saben.
(V�ase El gato escaldado, del agua fria huye.)
Explica lo fuertes e incansables que son los caballos de este color.
Los entremetidos, por lo m�s que los despidan, vuelven adonde conocen que han de sacar utilidad. Por ellos se dijo que: Quien no tiene verg�enza, todo el mundo es suyo.
Ir�nicamente se dice de los que por no examinar bien las cosas confunden materias muy diversas, teni�ndolas por unas mismas, s�lo porque se parecen en alguna circunstancia accidental.
Satiriza a las mujeres que por holgar los d�as de labor, suelen trabajar los d�as de fiesta, afectando que tienen mucho que hacer.
Reprende la demas�a en la desconfianza o confianza.
(V�ase Alegr�as, albarderos, que se quema el b�lago.)
Se dice de los que piden albricias por cosas que no lo merecen.
Burla hecha a las personas que inconsideradamente dan por seguro el logro de alguna cosa antes de su tiempo regular, como del fruto cuando el �rbol se est� podando.
Se aplica a los que inadvertidamente descubren o dicen alguna cosa de cuyo recuerdo les puede venir da�o.
Se dice de las personas a quienes se ha pasado la saz�n o tiempo conveniente para su ense�anza.
No se deben apetecer oficios que tienen m�s de grav�men que de autoridad ni provecho.
Se suele decir por mofa cuando alguno ha tomado empleo muy inferior al que tenia.
Para conseguir, suele ser medio muchas veces el no importunar.
El que no se reserva en sus fuerzas, de cualquier g�nero que �stas sean, no podr� llegar felizmente al t�rmino de su empresa.
Reprende a los que dan consejos a otros, y no los toman para s�.
No hay cosa que no tenga su contraria.
Con el trabajo y la constancia se llega al fin que se pretende.
Con el trabajo y la constancia se llega al fin que se pretende.
Burlarse de aquellos que celebran las cosas que debian sentir.
Denota cu�n poco durables son los gustos de la vida humana.
Hay personas que anteponen la diversi�n a la verdadera conveniencia.
Advierte ser apreciables las cosas que se dan por peso y medida.
Quien tiene alg�n defecto, necesita poner de su pare alguna diligencia para disimularlo. Apl�case a las mujeres que por parecer hermosas padecen mil martirios con los menjurjes que hacen a este fin.
La hacienda ajena o mal adquirida no aprovecha a los depositarios o usurpadores de ella.
Advierte lo expuestas que est�n a perderse la mozas que andan por el campo a su libertad, como las que van a coger algodon.
Los que ejercen este oficio, suelen tal vez recibir graves heridas por impedir que entren a cazar en los t�rminos del lugar cuya defensa tienen a su cargo.
Advierte los des�rdenes que nacen del descuido de los ministros de justicia.
Se dice del que procurando huir de un peligro se mete m�s en �l.
Todos huyen de aquello que trae costa o gasto.
Da a entender que el medio m�s seguro para hacer dinero, es no gastarlo.
(V�ase El abad, de lo que canta yanta.)
Recomienda la utilidad que se sigue de las buenas compa��as.
Por lo com�n s�lo estimamos a las personas mientras necesitamos de ellas. Usase las m�s veces solamente de la primera pare de este refran. Se dice tambi�n: Entretanto que cria, amamos al alma; en pasando el provecho, luego olvidada.
La severidad de los amos contiene a la familia para que no haya excesos ni desperdicios.
Debe huirse de burlas que paran en injurias.
El dejar de amar es prueba que nunca se am� de veras, porque el amor verdadero es constante.
Expresa lo que enga�a el deseo, y la voluntad o el afecto.
Denota la eficacia que tienen las oraciones o ruegos repetidos para alcanzar lo que se pide.
En estas tres cosas, la mejor es la m�s antigua.
No debe uno fiarse de un enemigo con quien se han hecho de nuevo las amistades.
No conviene importunar a los amigos.
Da a entender lo mucho que la ausencia entibia la amistad.
La seguridad y formalidad en lo que se trata, no se debe juzgar desconfianza, �ntes bien sirve para mantenerla sin quiebra o discordia.
Á veces vale m�s una buena amistad, que el parentesco m�s �ntimo.
Entre amigos se debe hablar con toda ingenuidad y franqueza.
Reprende a los lisonjeros y enga�osos, que dando a entender favorecen o defienden a otro, le hacen notable perjuicio descubriendo por otra parte sus faltas.
Denota uno su indiferencia en que se le conceda o no lo que pide a otro.
No debemos apurarnos porque se pierdan las cosas in�tiles.
Entre los que se tratan con amistad y llaneza, no se debe reparar mucho en ceremonias.
Ense�a la cautela que debe observarse para confiar un secreto, pues muchos, so capa de amistad, abusan del sigilo.
No conviene confiar demasiado en todos los que se venden por amigos.
Advierte que no se debe dejar al amigo porque tenga alg�n defecto.
Denota la tibieza y poca duraci�n de la amistad entre suegros y yernos.
Previene cu�n �til es que cada uno cuide por s� mismo de las cosas proprias.
Da a entender la mucha estimaci�n que logra de su amo el criado que le obedece puntualmente.
Advierte el respeto con que siempre debe tratarse a los superiores.
No se pueden desempe�ar perfectamente las cosas, cuando se emprenden o se tratan muchas a un tiempo.
Muchas veces la persona que es muy amada de uno, suele amar a otro que no le corresponde.
Denota lo incierto y voluble de estas tres cosas.
Denota la mutua correspondencia de algunas personas en cualquier cosa favorable o contraria.
Se dice de aquellos que muestran su cari�o haciendo mal, como lo hacen los asnos.
Manifiesta la poca seguridad que se debe tener en el cari�o de los ni�os.
S�lo el amor de los padres es el seguro y verdadero.
Los fines de los amores son ordinariamente amargos y tristes.
El amor, a los principios es m�s vehemente, as� como en el juego de ca�as es mayor el ardor y gallard�a con que se empieza.
Nota la facilidad de los que se enamoran de cuantas mujeres ven.
Denota la facilidad que hay en conocer qui�n es rico o est� enamorado.
Las obras son las que dan el testimonio m�s seguro e infalible de la intenci�n con que se procede.
Se pondera el podr absoluto de estas dos cosas.
Denota que debe preferirse la comodidad propia a la opini�n ajena, tanto m�s cuanto es sumamente dif�cil agradar a todos.
Denota que el que vive desordenadamente tiene por lo com�n un fin desastrado.
Úsase cuando se manda lo que es dif�cil a quien no pude lo f�cil.
Previene que no se deje pasar la ocasi�n favorable, por lo aventurado que es el que se presente de nuevo.
Advierte que no se debe lamentar mucho la p�rdida de lo accesorio, cuando se salva lo principal; y que ninguno debe sentir demasiado las peque�as p�rdidas cuando queda recurso para poder resarcirlas.
Uno solo, destituido de la ayuda de otros, para ninguna cosa puede ser de provecho.
No se debe emplear el dinero en cosas que s�lo sirven de puro fausto o vanidad.
Significa que en carnestolendas hay siempre luna nueva; en las ferias, malas mujeres; y en los reba�os, alguna oveja a quien se le haya muerto la cria.
El a�o que es abundante de esta fruta, es escaso de cosecha de granos.
Cuando el a�o es de muchas lluvias, est� ocioso el labrador, porque no puede hacer las labores del campo.
Se aconseja que aunque se haga la guerra, se procuren evitar los riesgos de una batalla, por lo que se aventura.
Se dice as� porque pesa m�nos entonces el vellon, habi�ndose lavado, �ntes de trasquilarle, con las lluvias; y por eso aconseja se guarde para venderle cuanda haya tiempo h�medo. El hilado en tiempo seco pierde lo correoso, y se quiebra con facilidad: por eso aconseja que se venda y no se guarde cuando hace ese tiempo.
El temperamento y estaciones favorables hacen producir por s� m�s frutos que las labores solas.
No se pierde la cosecha en todo una provincia porque se apedree alg�n t�rmino; pero s� quedan perdidos los due�os de las heredades donde descarga la nube o tempestad que trae la piedra.
Aconseja podar las vi�as y �rboles tarde, porque no se hielen; y sembrar el grano temprano, porque nazca con las primeras aguas del oto�o.
Se dice de quien, al cabo de mucho tiempo, se determina a hacer alguna cosa, y �sa le sale mal.
El oficio de panadera es m�s �til en los a�os est�riles.
El a�o que es bueno para una de estas dos granjer�as, lo es ordinariamente para la otra.
Da a entender que el a�o que es bueno para la sierra, no lo es para tierra llana.
Ciertas promesas se hacen en vista de que, contando con el largo plazo que se les ha prefijado, ser� muy probable ocurra alguna circunstancia notable por la cual quede uno exento de llevarlas a cabo.
Denota la utilidad casi cierta que rinden estos dos oficios en los a�os abundantes y escasos. En los a�os est�riles, por ser la granjer�a del ganado cabr�o y de cerda, y el cultivo de los huertos los recursos m�s �tiles y seguros, se aplica al refran siguiente: Al a�o tuerto, el huerto; al tuerto, tuerto, la cabra y el huerto; al tuerto retuerto, la cabra, el huerto y el puerco.
Los a�os en que hay abundancia de brevas, suelen ser est�riles en lo dem�s.
Denota que en los a�os que hiela mucho, puede esperarse una cosecha abundante, porque arraigando y encepando bien los panes por el hielo, producen mayores las espigas, y el grano muy lleno y pesado. Tambi�n se diece: A�o de nieves, a�o de bienes, y da a entender que en el a�o que nieva mucho, suele ser abundante la cosecha de frutos.
La excesiva lluvia al principio del a�o da�a mucho, porque se desustancia la tierra.
Adem�s de su sentido recto, denota que por lo malo que sea esperar mucho tiempo una cosa, siempre es mejor que dejarla de conseguir. Equivale a m�s vale tarde que nunca.
Advierte que el jarro con que se d� de beber, sea chico o grande, segun haya sido abundante o escasa la cosecha de vino. Usase tambi�n para expresar la necesidad que hay de que los gastos no excedan los medios de cubrirlos. Los dos siguientes que tienen casi el mismo sentido, se emplean en semejantes casos: El a�o caro, harnero espeso y cedazo claro. Advierte la econom�a con que se debe vivir en los a�os est�riles. En buen y mal a�o, ten tu vientre reglado. Advierte que ni por lo barato ni por lo caro del a�o, se falte a la templanza en el comer.
Da a entender el deseo natural en los viejos de prolongar cada a�o su vida.
Se disculpa alguna acci�n inconsiderada o travesura en personas de poca edad.
Denota que para que sea bueno el a�o, ha de hacer sol en noviembre, que es cuando se empiezan a comer los besugos, y llover por abril, que es cuando se comen los hornazos.
Expresi�n cortesana que se usa para significar el agradecimiento por la d�diva o beneficio recibido; as� como tambi�n por las muestras de afecto y amistad. Usase asimismo ir�nicamente para dar a entender a una persona que est� equivocada en su juicio, verbi gratia, Dice usted que son las tres de la tarde, y ya han dado las cinco: viva usted mil a�os.
Denota que aunque las cosas nuevas a primera vista nos exciten un placer m�s vivo, siempre las que tenemos ya experimentadas nos le causan m�s �ntimo y duradero. Apl�case comunmente hablando del trato de gentes.
Se dice ya del que ofrece f�cilmente y no lo cumple, ya del que por raz�n de su limitada capacidad, o cuando m�nos, falta de verbosidad, a duras penas se hace entender en su explicaci�n. De estos �ltimos se suele decir tambi�n: concibe y no pare.
Significa que alguno quiere aprovechar sin tardanza la ocasi�n que se le presenta favorable a sus intereses.
Se usa para dar a entender que s�lo han quedado las ruinas de alguna gran poblaci�n o de un establecimiento.
Da a entender que quien are, en cualquiera saz�n que lo haga, no necesita mendigar el socorro del vecino.
La heredad que est� aterronada necesita de hombres muy robustos para ararla bien y penetrarla, a fin de que produzca.
Conviene que el arado sea largo de reja, y el arador hombre hecho y de fuerzas.
Con medios desproporcionados no se puede conseguir lo que se desea.
En la pr�ctica de algunas cosas, se suele encontrar m�s dificultad que en la teor�a de ellas, raz�n por la cual no todos pueden hacer las cosas dif�ciles tan f�cilmente como parecia antes de emprenderlas.
(V�ase No est� en eso la dificultad.)
(V�ase �Qui�n es tu enemigo? El que es de tu oficio.)
(V�ase Poco mal, y bien quejado.)
Da a entender las ventajas que logra el que tiene protecci�n poderosa.
El buen �rbol ocupa poco terreno y da mucha utilidad. Suele aplicarse a las personas extremadamente agradecidas, que por un beneficio que reciben devuelven mil.
Reprende a los que por su indocilidad no obran bien sino por fuerza.
Da a entender el desprecio que se hace comunmente de aqu�l a quien ha sido contraria la suerte, y la utilidad que algunos, a fuer de amigos, sacan de �l prevali�ndose de su desgracia.
Explica lo que es el curso del dinero en el comercio, porque los que lo ejercen tienen unas veces mucho dinero, y otras ninguno.
(V�ase La ocasi�n hace al ladron.)
P�ntase la fealdad de la avaricia.
Se suele aplicar a los que salen de su casa a pleitos y pretensiones, y gastado su caudal, se vuelven sin conseguir lo que solicitaban.
Se da a entender que asi como el arco que est� siempre tirante, o se rompe o pierde la fuerza, as� tambi�n las cosas humanas no pueden mantenerse mucho tiempo en un estado violento.
Denota que la madera de este �rbol no es a prop�sito para hacer arcos. Tambi�n se dice: Arco de tejo y cure�a de serval, cuando disparan hecho han el mal, y denota que por lo quebradizo de estas maderas, recibe da�o el que dispara �ntes que ofenda al enemigo.
Advierte que el mucho trabajo quebranta las fuerzas.
(V�ase Pagan justos por pecadores.)
Refran que se aplica al caballo que tiene el pi� derecho solamente blanco, por creerse vulgarmente que no son leales los que tienen esta se�al.
(V�ase Todo lo alcanza el dinero.)
Muchos negocios suelen malograrse por los obst�culos que ponen los contrarios.
Nota ir�nicamente el desali�o o negligencia en el vestir hasta el extremo de que vaya arrastrando el traje.
Cuando se ve por la tarde que hay h�cia el lado del oriente nubes heridas por los rayos del sol, y que son rojas, llover� por la ma�ana. Cuando hay arreboles por todas partes, es se�al de muy mal tiempo, y se dice: Arreboles a todos cabos, tiempo de los diablos. Los siguientes se explican por s� mismo:
Arreboles de Aragon, a la noche con agua son.
Arreboles de Portugal, a la ma�ana sol ser�n.
Arreboles de la ma�ana, a la noche son agua; y arreboles de la noche, a la ma�ana son soles:
Arreboles en Castilla, viejas a la cocina; y arreboles en Portugal, viejas a solejar, denotan que estas se�ales son de tiempo frio.
Se dice porque los arrendadores, como manejan mucho dinero suelen gastar demasiado sin cuenta ni raz�n, y al ajuste de cuentas son alcanzados, y vienen a parar en la c�rcel.
Se dice del que habiendo trabajado poco, afecta estar muy cansado.
Exhorta a la virtud, aconsejando que no se ha de obrar contra ella por m�s que estreche la necesidad.
Para que sean de provecho estas dos cosas, es necesario saberlas manejar.
Reprende a los que se meten en riesgos superiores a sus fuerzas.
Amenaza de que uno se vale cuando se le niega el favor o la justicia que pide, manifestando al negador que, por efecto de las vicisitudes humanas, podr� presentarse una ocsi�n en que �ste necesite del negado, y entonces sufrir� la represalia.
Sobre estos manjares conviene beber vino para que no hagan da�o.
Pondera la esplendidez de alg�n banquete, con alusi�n a los que suelen haber en las aldeas, en los que por lo regular es �ste el principal plato.
Es cosa sumamente �til saber alg�n oficio para ganar de comer.
Nota haberse hecho una cosa por medios ocultos y extraordinarios.
Se reprende a los que en su proceder usan de alguna astucia para enga�ar a otro.
Se advierte que para cualquier empleo o ejercicio, por f�cil que parezca, es necesario tener inteligencia.
Satitiza a todo aqu�l que se las promete felices �ntes de llegar la ocasi�n, y reprende todo lo que se hace �ntes de llegar la debida oportunidad.
(V�ase Cada uno alega en derecho de su dedo.)
Explica que no puede hacer rectamente las cosas quien est� poseido de alguna pasi�n o afecto.
Moteja a los trabajadores malos y perezosos que s�lo se dan priesa a trabajar al tiempo que ya se acaba la tarea.
Quien tiene dinero consigue lo que quiere, por tonto que sea.
Reprende a los que, siendo ricos, se tratan con miseria.
Denota que lo que est� encargado a muchos, ninguno lo cuida.
Advierte que los necios no saben callar nada, sea propio o ajeno, favorable o adverso.
Satiriza a los que dan empleos a los que son incapaces de desempe�arlos, acus�ndolos de m�s ineptos que �stos.
Significa que, para los que a t�tulo de tontos no hacen lo que deben, el mejor remedio es el castigo.
Reprende la necedad de querer aplicar remedio a las cosas pasada la ocasi�n, o cuando ya no es tiempo.
Cada uno debe juntarse con su igual.
Mejor es contentarse con un mediano estado, que aspirar al peligro de los grandes puestos.
Las cosas delicadas o primorosas �nicamente lo son para quien tiene discernimiento y gusto para conocerlas.
Se aplica a los que truecan y confunden las cosas, sin acertar en lo que hacen.
D�cese de los que, no pudiendo vengarse de la misma persona que los ofendi�, se vengan en alguna cosa suya.
Muy expuesto est� a ser enga�ado el que compra caballer�a que vende un arriero, y el que se casa con hija de mesonero.
Sin trabajo no se puede conseguir en poco tiempo lo que se quiere.
El que emprende con conocimiento y buenos preparativos cualquier negocio �rduo, sabr� salir bien de �l.
Se dice del que habla sin concierto, o no sabe dar raz�n de lo que est� a su cargo.
Explica la ninguna compasi�n que tienen los avarientos de las necesidades ajenas.
(V�ase M�s vale mal ajuste que buen pleito.)
Vitupera a los que ostentan mortificaci�n y viven regaladamente.
Ense�a que debemos acomodarnos al tiempo y a la fortuna.
Explica la penalidad del mal comer como equivalente al ayuno.
Con el trabajo se adquiere la comida y vestido.
Las cosas �rduas no se consiguen a las primeras diligencias, sino a fuerza de tiempo o constancia.
Advierte que quienmurmura de otros en parte p�blica, como lo es la plaza, es por lo com�n castigado con la pena de ser murmurado, y de que salgan al p�blico sus defectos.
Para lograr alg�n fin, es necesario poner los medios proporcionados.
Advierte el riesgo a que se exponen las mujeres en los bailes.
Se dice de los que nunca pueden salir de deudas, por m�s esfuerzos que hagan.
Denota que los criados no se deben ofender de ninguna palabra de sus amos, ni las mujeres de lo que les digan sus maridos.
Hay cosas que, compradas por m�nos precio, aprovechan doble que otras que cuestan m�s.
No hay cosa de alg�n provecho o reputaci�n que no cueste trabajo.
Da a entender que lo natural prevalece siempre contra los esfuerzos del arte; y tambi�n, que es muy dif�cil borrar la mancha o nota que ocasiona el mal modo de obrar, o proviene de bajos o poco honrados principios.
Advierte lo mucho que da que hablar a la gente sencilla cualquiera cosa cuando no la ha visto otra vez.
En vano se aplican los medios cuando el fin no es asequible.
Significa que no pocas veces los regalos y agasajos son m�s costosos que lo que se compra con el dinero efectivo.
(V�ase Escudero pobre, taza de plata y olla de cobre.)
Advirte que regularmente los pocos a�os hacen a los hombres atrevidos.
Regularmente no se debe esperar de los hombres otra cosa que la que corresponde a su nacimiento y crianza.
Conviene ayudarse uno a otro par conseguir muchos lo que desean.
Debemos servirnos y aprovecharnos de lo que sucede a otros para escarmentar y vivir con cuidado.
Da a entender la mayor atenci�n y respeto que se tienen unos a otros en presencia que no en ausencia.
Recomienda el trabajo y la aplicaci�n para adquirir lo necesario.
Ense�a deberse preferir para yerno el hombre de juicio, aunque de edad, al mozo que no le tiene.
Advierte que a cada uno se le debe hacer el honor y obsequio que corresponde a su clase. Su sentido recto pudo venir de los barberos, que, segun los sujetos, as� ponen los pa�os para quitar la barba.
Se reprende y da en cara al que siendo ya hombre, ha hecho alguna acci�n propia de ni�os.
Advierte ser ocioso gastar palabras cuando hay instrumentos para probar lo que se dice.
Advierte que a los viejos acaudalados les muestran todos respecto, por el inter�s que esperan lograr cuando mueran.
Aunque d� el cl�rigo con caridad y liberalidad cuanto posee, como se sustenta de la bolsa de Dios, luego se vuelve a llenar la suya.
Explica la contingencia de retardarse la jornada, cuando hay que pasar alguna barca.
Por in�til y quebrantado que est� cualquiera, puede servir tal vez de algo.
Apl�case a la persona h�bil y dispuesta para todo.
El afeite y barniz, puesto en muchas cosas, oculta lo malo que hay en ellas.
El abuso de las bebidas espirituosas o vinosas embota el entendimiento.
Se usa para ponderar lo muy fino y delgado de los lienzos y encajes.
Los que se acostumbran a beber, consumen en vino todo lo que ganan.
Denota que el hombre comedido, d�cil y de buen genio, halla amparo y buena acogida, no s�lo entre los propios, sino tambi�n entre los extra�os. Tambi�n se dice: Becerilla mansa, a todas las vacas mama.
Denota que alguno se mete en negocios enredados y dificultosos. D�cese con alusi�n a lo espinoso y �spero de las matas de esta planta.
Aconseja la cautela con que se debe proceder para evitar lo malo que tiene apariencia de bueno.
Se dice de aquellos, que, siendo de malas propiedades, se conforman y juntan para hacer alguna cosa.
Se zahiere al que responde fuera de prop�sito.
Significa que al que tiene mucha carga, si le aumentan otra, por ligera que sea, le rinden.
Da a entender que se penetra la intenci�n de alguno. Se usa m�s comunmente la mitad de la frase: Ya te veo, besugo.
Se aplica a los que, teniendo muy cortos medios, quieren ostentar gravedad y circunspecci�n.
Denota el gran aprecio que debe hacerse de la buena suerte, por los perjuicios y da�os que se experimentan cuando se malogra.
Da a entender que m�s presto se saben las noticias malas que las buenas.
Se advierte cu�n cerca est�n los males de los bienes.
Da a entender que alguno hace uso del bien que tiene, y le convierte en da�o propio.
Significa que la buena o mala disposici�n de la salud se manifiesta en el semblante; o tambi�n, que no se pueden disimular f�cilmente los afectos del �nimo.
Ense�a que el bien se ha de hacer sin fines particulares ni atender a determinada persona.
Advierte que los desgraciados pierden luego sus bienhechores.
Advierte que el que deja un bien cierto por otro dudoso, no debe quejarse de su desgracia.
Reprende a algunos eclesi�sticos que no aplican sus bienes a los fines para que los destina la Iglesia.
Recomienda la prudencia en ocultar con el silencio la falta de capacidad.
Dice de los que s�lo hacen lo que les tiene cuenta, y se desentienden de lo dem�s.
Da a entender que a los que quieren parecer instruidos en todas las cosas, porque hablan mucho de aquellas que tienen estudiadas o saben de memoria, se les descubre su ignorancia en mud�ndoles de asunto.
Apl�case a los que por salir con la suya insisten necia y porfiadamente en su dict�men, aunque conozcan que es contra raz�n.
Denota que a algunos, sin hacer diligencia alguna, les viene la fortuna, sin saberse c�mo ni por d�nde.
V�ase Al gallo que canta le aprietan la garganta: Advierte el da�o que se puede seguir al que o calla el delito que otro ha cometido, y del cual es noticioso.
Advierte lo bien que parecen las mujeres aplicadas a sus labores. Dijose por las hilanderas, que regularmente arrojan con la boca las pajillas que tiene el lino o ca�amo. Tambi�n se dice: Boca brozosa cria mujer hermosa.
Recomienda el retiro y aplicaci�n que deben tener las doncellas.
Ense�a la distribuci�n que se debe hacer de los bienes, para que alcancen a muchos y no se los coma uno s�lo.
Ense�a la prudencia con que en los secretos se gobiernan los sabios.
Imprecaci�n contra los murmuradores y maldicientes, como dese�ndoles se puncen con las espinas en que abundan.
Advierte que no se digan palabras de donde pueda prevenir alg�n mal al que las dice. Tambi�n se usa: No diga la lengua lo que pague la cabeza.
Denota que los que est�n enojados con alguna persona, no hallan cosa buena que decir de ella, por obrar bajo la presi�n del resentimiento.
Ense�a que por lo com�n es conveniente callar, pues este es el mejor modo de no equivocarse.
Nota la falsedad de los que se muestran amigos y proceden como enemigos.
Ense�a que para ser bien visto en cualquier lugar en que uno se establezca, ha de hablar bien de todos y ser liberal y franco.
Ense� que no comuniquemos nuestros males a quien no se ha de compadecer de ellos ni remediarlos.
Ense�a no dejar al cuidado ajeno lo que puede uno hacer por si.
Advierte que as� como a bestia lerda se la estimula con la espuela, as� al manjar seco e indigesto se le ha de ayudar con vino.
Se denota que es mejor poco bueno que mucho malo.
Advierte que quien no parte lo suyo con otros no gana las voluntades, ni puede resentirse por otra parte de experimentar la rec�proca.
Da a entender que est� bien empleado a cualquiera el mal que se ha buscado por entregarse sin rienda a cualquier placer. Significa tambi�n que lo que mucho vale, mucho cuesta.
Aconseja que ninguno se deba meter en funciones no siendo convidado, especialmente donde se come y se bebe.
Ense�a que los que andan en malos pasos no pueden tener buen fin.
Muestra que en las grandes funciones, el que m�nos las disfruta es el due�o de la casa, por el cuidado que tiene en dar providencias para que todo est� pronto.
Significa que lo que prometen los suegros, si no se cumple �ntes de efectuarse la boda, se cobra despues con dificultad.
Da a entender que al tiempo de celebrarse los casamientos, se procura ponderar los caudales m�s de lo que son en realidad, y disminuirse cuando llega el caso de la muerte; y cuando se quiere decir que no se hacen las cosas grandes a poca costa, se usa de: No hacerse la boda de horros, sino de buenos ducados redondos, o de buenos bollos redondos.
Se dice de algunas se�oras que se hallan en todas las fiestas, aunque sean de particulares.
El que tiene alguna gracia o habilidad, quiere ense�arla a todos.
Exclamaci�n en que prorumpen los que se hallan metidos en un lance peligroso, de que les parece muy dif�cil la salida, o los que escarmentados de alg�n da�o, hacen prop�sito de ser m�s reservados en adelante. Otros dicen: Si Dios de esta me escapa, nunca me cubrir� tal capa.
Advierte que se huya de lugares sospechosos, aunque no se vaya con mal fin, porque la malicia humana s�lo se paga de exterioridades.
Muchas veces el que amenaza no tiene �nimo de poner en ejecuci�n lo que dice, sino de atemorizar tan solamente.
Demuestra que muchas cosas tienen m�s de trabajo y gasto que de utilidad o conveniencia, y que por tanto nada se pierde en no adquirirlas o en enajenarlas.
Significa el poco aprecio que se debe hacer de las cosas, cuando no sirven para el fin a que est�n destinadas.
D�cese contra los que por ostentar industria y habilidad, disminuyen el precio de las cosas que compran.
Apl�case a los que anteponen su comodidad y provecho a su buen nombre y fama.
Al que gasta m�s de lo que tiene no le queda que guardar, y por tanto le est� de sobra la bolsa. D�cese tambi�n: Donde hay saca y nunca pon, presto se acaba el bolson.
Ense�a que se debe cumplir todo lo que se promete.
Denota que las armas y letras dan lustre a las familias.
Invectiva contra los vagamundos que eligen este modo de vivir por no trabajar.
Imprecaci�n contra los que dicen mal de sus cosas.
Denota la repugnancia y dificultad que cuesta hacer las cosas a que no est� uno ense�ado o acostumbrado.
Expresi�n con que se satiriza a los que hablan fuera de prop�sito, o de particulares ajenos al asunto que se est� tratando.
Denota el gran cuidado y zozobra que trae consigo el encargarse de cosas ajenas.
Este refran, sin embargo del que dice: Agua al higo y a la pera vino, aconseja no ser saludable beber agua sobre las brevas.
Ense�a que los vicios crecen al paso que se frecuentan las ocasiones.
Se nota que el que bebe mucho vino necesita despues mucha agua.
Frase familiar de que se usa para manifestar que no es cierto lo que se dice.
Se dice contra los que a�aden trabajo a los que no pueden con el que tienen.
Nadie se interesa en remediar los males como el que los padece.
Ense�a el provecho que se saca de las buenas compa��as.
Se aplica a los hombres que guiados de su inteligencia y pr�ctica, manejan bien sus encargos u oficios.
Se aplica a la persona lerda o perezosa, que por mucho que la estimulen, nunca sale de su paso.
Declara quedar el hombre tan atado por la palabra a cumplirla, como el buey uncido por el cuerno, para tirar o arar.
Ense�a que los hombres ancianos, mudando de clima y alimentos, exponen su salud y vida. Este refran significa lo mismo que: Al viejo m�dale el aire, y darte ha el pellejo.
Advierte que los malos deseos del contrario o enemigo regularmente salen vanos, y �un suelen resultar en provecho del sujeto contra quien se tienen.
Advierte el cuidado y diligencia que se debe poner en las cosas para que no se pierdan.
Denota lo apreciable que es la libertad.
Denota que en pa�s ajeno se procede con m�s templanza y moderaci�n, por faltar el apoyo que se halla en la patria propria.
Ense�a y da a entender el desvelo y cuidado que ocasiona el carecer de los medios necesarios para alg�n fin.
Se aplica a los necios acostumbrados a callar, y que cuando llegan a hablar es para decir alg�n disparate.
Advierte lo que nos enga�a el deseo, pues con poco fundamento persuade el logro de lo que apetecemos.
Usase contra los que quieren dar consejos y advertencias a los experimentados. Tambi�n se dice: Buey viejo no le cates abrigo.
Ense�a que la tierra holgada da m�s fruto que la que se siembra todos los a�os, aunque sea de mejor calidad.
Denota que lo que parece desgracia, suele ser or�gen de alguna fortuna.
Da a entender que no se deben despreciar ligeramente las cosas viejas, porque suelen ser muchas veces de grande provecho y mayor utilidad que las nuevas.
D�cese de los que se fatigan con poco trabajo.
Da a entender que todos celebramos nuestras cosas, aunque no lo merezcan. Se dicen tambi�n los siguientes: Cada ollero alaba su puchero. Cada uno alaba sus agujetas. Cada pulpero alaba su queso.
Aconseja que cada cual atienda a lo que le toca y es de su profesi�n.
Da a entender que las burlas perjudiciales duran poco tiempo.
Da a entender que la demasiada continuaci�n de la chanza suele parar en pesadumbre y disgusto.
Aconseja que en las chanzas no se eche en cara a los otros los defectos que tienen.
Locuci�n familiar de que se usa cuando alguno, por medio de asechanzas, consigue lo que dice; y as� se dice: Burla burlando, consigui� su empleo; Burla burlando, le dijo buenas claridades. Otras veces significa hallarse, sin advertirlo, donde no se pensaba, como: Burla burlando, hemos ya andado dos leguas; Burla burlando, son ya las doce de la noche.
Denota la facilidad con que cada uno se encamina a lo que es de su inclinaci�n o conveniencia.
Se aplica a los que se resienten cuando les hacen bien.
V�ase Hay un diablo que se parece a otro.
Denota que por lo com�n aspiramos a m�s de lo que hemos conseguido.
Manifiesta que en los reinos de Castilla el hijo sigue la nobleza de su padre, aunque la madre sea plebeya.
Ense�a que no podr� tener buen trato y correspondencia el que no contemporice con los defectos o inclinaciones de los dem�s.
Reprende la impertinencia de los que andan buscando faltas en las cosas que les regalan, manifestando su genio descontentadizo.
Explica el deseo que tiene alguno de lo que mira como �til, aunque a costa de alguna dificultad o peligro.
Aconseja al que est� en alta fortuna, el que tema su caida.
Expresa que la persona intr�pida y de poco juicio no admite correcci�n.
Advierte que los eclesi�sticos son por lo regular el amparo de sus familias.
Reprende a los que siendo ya ancianos, proceden en sus acciones sin juicio y sin madurez.
Nota al que con adulaci�n y lisonja quiere curar el grave da�o que antes ha hecho contra el mismo sujeto a quien ahora halaga.
Denota que es m�s apreciable ser el primero, y mandar en una comunidad o corporaci�n, aunque peque�a, que ser el �ltimo en otra mayor.
Denota lo que influye en los inferiores el ejemplo de los superiores.
Denota que el trascurso del tiempo vuelve a poner en su uso las costumbres, que mucho �ntes se habian abolido.
Significa lo mucho que se suele gastar en sufragios y otras cosas por los difuntos en el primer a�o despues de su muerte.
Da a entender que el que tiene poco talento debe poner m�s aplicaci�n y privarse del descanso posible, para poder llegar a la altura de los m�s aventajados.
Regularmente se obra segun el origen natural de cada uno.
Denota que los hijos tienen por lo com�n el genio y costumbres de sus padres. Tambi�n se dice: Cabra por vi�a, cual la madre tal la hija.
Se aplica al que hace su negocio con disimulo.
Se da a entender que alguno tiene bastante industria para manejarse por s� mismo sin necesitar de ayuda ajena.
Se aplica a ciertos dichos y expresiones, que, aunque parecen suaves, encierran sentido picante y ofensivo.
Se aplica a los mozos y mozas que se casan con viejos, con el fin de heredarlos.
Se dice del que finge mayor enfermedad por no trabajar, o porque le regalen.
(V�ase El golpe de la sarten, aunque no duele tizna).
Aconseja el que se eviten los extemos en cualquier circunstancia.
(V�ase Quien tiene tejado de vidrio no tire piedras al de su vecino).
Ense�a que el que ha recibido el beneficio es el que debe publicarlo, y no el que lo hace.
Se reprende al que publica los defectos ajenos teni�ndolos propios.
Ense�a que el que no contradice en ocasi�n conveniente, da a entender que aprueba.
Se reprende a los que quieren lucir con trabajos ajenos, porque facilmente se descubre el enga�o, y quedan desairados como el grajo de la f�bula.
Explica que con el tiempo todo se descubre, �un lo que est� m�s escondido.
Advierte que cuando se espera pasar mala noche, se procure aliviar este trabajo bebiendo de cuando en cuando algunos tragos de vino.
Manifiesta que no hay lecho duro ni inc�modo cuando hay buena disposici�n o gana de dormir.
Se dice de los que se juntan par ir en romer�a, que, como se van esperando unos a otros, todos vienen a llegar a un mismo tiempo, aunque no sean de igual robustez y aguante.
Ense�a que trabajan in�tilmente los que no se valen de los medios oportunos para conseguir alguna cosa.
Aconseja no emprender cosas �rduas sin medios proporcionados.
A veces se pueden poner en juego distintos medios para logra el mismo fin.
Se dice del que aprovecha la oportunidad de hacer alguna diligencia para practicar al mismo tiempo otra.
Ense�a la precauci�n con que se debe hablar de otros en los caminos y parajes p�blicos, donde concurren personas desconocidas.
Reprende el exceso en los lutos y exterioridades de los duelos, descuidando en lo que importa el alma del difunto.
Advierte la preferencia que debe darse a los parientes o personas inmediatas sobre las que no lo son.
(V�ase Oy� el gallo cantar, y no supo en qu� muladar).
Ense�a que las acciones son m�s o m�nos sonadas segun la calidad de las personas que las ejecutan.
Denota la necesidad de descanso en el trabajo, para continuarle con aprovechamiento.
Denota que en a�os est�riles no se pueden dar muchas limosnas.
Ense�a que el demasiado cari�o suele ser da�oso.
Explica que el hombre honrado se acuerda siempre del beneficio que ha recibido.
Da a entender que el que quiere bien a alguno, quiere bien a todas sus cosas.
Da a entender lo mucho que puede el inter�s.
Se dice contra los que quieren disimular lo que todos ven, procurando desmentir con apariencias y ficciones lo que no se puede negar.
Ense�a el respeto y atenci�n que se debe tener a los ancianos.
Explica que muchas veces la repetici�n de cosas leves constituye materia grave, lo mismo en buen que en mal sentido, como ganancias, hurto, etc.
Se usa cuando queda in�til una cosa por falta de adherentes necesarios.
D�cese de los impertinentes y presumidos que molestan repitiendo todo lo que no saben hacer.
Advierte que no conviene tener disputas ni contiendas con el que tiene m�s poder, porque siempre prevalece el fuerte sobre el d�bil, y el poderoso sobre el necesitado.
Advierte a los incautos que se arriesgan ciegamente en los negocios, o que se exponen a alg�n peligro, que tarde o temprano se les malograr� su intento, y que su inconsideraci�n les causar� alg�n da�o. Se dice tambi�n este refran de los modos siguientes: Cantarillo que muchas veces va al agua, alguna se quiebra. Tantas veces va el c�ntaro a la fuente, que deja el asa o la frente.
Denota la libertad con que cada uno puede disponer de sus cosas proprias, sin tener que dar cuenta de ello a nadie.
Suelen encontrarse en un sujeto prendas y circunstancias que no prometen las se�ales exteriores.
Aconseja que no se debe descaecer en el �nimo cuando hay alguna p�rdida en el caudal u otro negocio, para no proseguir buscando all� la fortuna.
Contra algunos que se niegan a tomar alguna cosa, pero con tal tibieza o modo, que se conoce que es querer que se les inste para tomarla con m�s urbanidad y disimulo.
Advierte que merece castigo el que obra contra lo que debe y es propio de su estado y condici�n.
Advierte que seamos agradecidos a los que nos hacen alg�n bien.
(V�ase M�s vale comer grama y abrojo, que traer capirote sobre el ojo.)
Advierte que las costumbres buenas o malas que se toman en la ni�ez, regularmente duran toda la vida.
Da a entender que en presencia del sujeto no se dice cara a cara lo que a sus espaldas se habla sin reparo; o que se niega con alguna dificultad lo que se pide cara a cara.
Denota ir�nicamente que el buen alimento hace recobrar las fuerzas perdidas, y en cierto modo da la vida.
Se aplica al que en presencia de alguno dice una cosa, y otra a sus espaldas.
D�cese del hombre que no tiene vergüenza, ni siente que le digan injurias o le cojan en mentira, o en alg�n mal hecho. Apl�case tal vez al descarado y expedito en decir las verdades.
Da a entender que el que obra bien y conforme a raz�n, puede ir por todas partes sin recelo ni temor de que nadie le ofenda ni vitupere.
S�tira contra los hip�critas.
Se dice de los que muestran en el semblante los sentimientos de su �nimo, especialmente contra los que no son la causa de ellos.
Advierte que para saber es necesario el trato y comercio con los hombres.
(V�ase Primero son mis dientes que mis parientes).
Explica cu�n propio es de los muchachos el jugar y no estarse quietos.
Se dice comunmente de las mujeres que no dejan de casarse por falta de quien las quiera, sino por alg�n otro motivo.
Ense�a que las conveniencias y provechos se han de gozar con sus cargas y penalidades.
Explica la preferencia con que se suele tratar a los ricos o poderosos.
Denota que engordan por lo general los que comen regaladamente. De otro modo: Carne de pluma, siquiera de grua.
Se dice del que se anticipa a re�ir o a quejarse teniendo m�nos motivo que otro.
Da a entender que el que trata bien a sus criados, logra le sirvan con m�s amor y diligencia.
Aconseja que se ha de procurar la seguridad propia, aunque sea a costa de cualquier diligencia.
Explica lo inc�modas que son estas tres cosas.
Se pondera la abundancia que suele haber en las casas de los abades y otros eclesi�sticos.
Se dice porque suelen morir los que hacen casas, apenas empiezan a disfrutarlas.
Ense�a que los superiores deben ser muy mirados y cuerdos en sus operaciones, porque su ejemplo es la m�s eficaz persuasiva para los s�bditos. El siguiente, cuyo sentido recto es el mismo, se emplea para advertir que conforme a las costumbres del padre de familias suelen ser las de las personas que est�n a su cargo, y es: En casa del gaitero todos son danzantes; o En casa del alboguero todos son albogueros.
Ense�a la mayor seguridad que dan las tierras sobre los dem�s bienes.
Refr�n que donota que en algunas partes suele tener m�s dominio la mujer que el marido. Tambien se dice lo mismo en los tres siguientes: En casa del mezquino, m�s manda la mujer que el marido. Este ense�a que cuando el marido es para poco, regularmente le manda la mujer. En casa del ruin la mujer es alguacil; y denota que cuando el marido es flojo y de poco �nimo, la mujer se levanta con el mando, y hace lo que quiere. Triste est� la casa donde la gallina canta, y el gallo calla, y denota que regularmente no est� bien gobernada una casa en que manda la mujer.
Denota que donde hay la proporci�n y facilidad de conseguir alguna cosa, suele descubrise o verificarse la falta de ella. Tambi�n se dice: En casa del herrero cuchillo de palo.
Se dice de los que procuran aprovecharse de los desperdicios propios o ajenos.
En casa de esta naturaleza es necesario redoblar la vigilancia, porque tambi�n son dobles los elementos de que puede disponer el malvado para asaltarlas. D�cese m�s comunmente: Casa con dos puertas, mala es de guardar.
Denota que de las casas o personas ricas, a�n los desperdicios son buenos.
Ense�a que al que sabe un oficio o arte, y se aplica a su ejercicio, con dificultad le faltar� lo necesario para su mantenimiento.
Reprende a los poco cautelosos en el modo de obrar, y ense�a que las culpas de los dom�sticos se han de corregir con silencio y sin esc�ndalo.
Se denota que donde hay abundancia de medios, se sale con facilidad de cualquier empe�o.
Moteja a los que dan el socorro fuera de tiempo.
Se advierte que en los matrimonios, adem�s de las conveniencias, se ha de buscar mujer virtuosa y trabajadora.
Refr�n que da a entender cuanto conviene que las familias vivan separadas, para evitar disensiones.
Al que es afortunado se le vienen las conveniencias a la mano, sin que se fatigue en solicitarlas.
Denota que el ambicioso usa odos los medios que se le ofrecen, sean buenos o malos, para satisfacer su ambici�n.
A veces suele ser asunto m�s facil el cobrar de un deudor pobre que de uno rico.
No hay peor cosa que encargar el desempe�o de un negocio a muchos en general y a la vez sin determinar sujeto, porque confiando este en que lo har� aquel, resulta que ninguno llega a realizarlo.
La prolijidad y excesiva precauci�n en los negocios suele desbaratarlos.
Reprende la mala crianza de aquellos que se entran en el interior de la casa o habitaci�n sin llamar antes.
Reprende al que se mete a mandar en casa ajena.
Denota que en todas partes se hallan trabajos, y que cada uno tiene los suyos por mayores.
Explica la soberbia que comunican los haberes, y a las mujeres especialmente.
Advierte que no se debe abusar del favor o confianza de otro, aunque sea pariente o amigo.
Advierte que no se deben referir delante de alguna persona aquellas cosas o especies que por alg�n motivo le pueden ser de alg�n sentimiento o disgusto.
Da a entender que el que es bueno da el mejor lugar en su casa a�n al m�s infeliz.
Advierte que se premediten los asuntos graves antes de meterse en ellos.
Se denota los cuidados que ofrece el matrimonio.
Ense�a que cuando la fortuna se declara contra alguno, de nada sirven el poder ni las reiquezas para resistirla.
Se dice del que, estando contento con su suerte, no solicita favores ajenos.
Advierte cuanto conviene que se conozcan y traten las personas que se han de casar, para el acierto de los matrimonios.
Contra los mozos que, teniendo poca experiencia de las cosas, quieren parecer hombres.
Da a entender que los hijos suelen imitar las costumbres de los padres.
Advierte lo provechoso que es el castigo de los delitos para el escarmiento.
Previene que ya que se cometa alg�n pecado, se procure evitar la publicidad por no servir a otros de piedra de esc�ndalo.
Se dice de los que sin fundamento alguno se llevan de vanas esperanzas.
Recomienda la vigilancia y precauci�n para no ser enga�ado o sorprendido.
Advierte que los afortunados, por casualidad y sin trabajo, consiguen el fruto de los desvelos y fatigas de otros.
Da a entender que el labrador que se entrega al ejercicio de la caza, nunca cuidar� bien su labranza, ni aumentar� su hacienda.
Aconseja la serenidad de �nimo con que se deben tomar los sucesos pr�speros o adversos.
Quiere decir, que sali� con su intento de un modo o de otro.
Advierte que los necios jam�s hacen las cosas en tiempo oportuno.
Advierte que se parecian y cuidan muchas cosas m�s por su novedad que por su verdadero color. Tambi�n denota lo poco que suele durar el fervor con que algunas personas empiezan � servir sus nuevos destinos.
Ense�a ser ventajoso huir de pleitos y contiendas.
Avierte que el cenar mucho es perjudicial a la salud. Tambi�n se dice: M�s vale un no cena que cien Avicenas, y previene que es m�s importante para la salud una prudente dieta que los auxilios de la medicina.
Advierte que para la crianza de un hijo travieso es necesaria la instruccion y la severidad.
Denota cuanto ayuda la compostura y adorno para parecer bien.
Advierte lo mucho que puede el inter�s.
Da a entender que lo que se responde o dice no viene al asunto de que se trata.
Denota que el que desea conseguir alguna cosa, no ha de contentarse con el favor o proteccion de otro, sino que debe ayudarse con su propia diligencia.
Advierte que el que hace una cosa puede hacer otras muchas de la misma calidad o especie. Comunmente se dice del que comete alguna maldad.
Expresi�n familiar con que se significa la poca perspicacia de quien no percibe las cosas que son claras o f�ciles de adivinar.
Denota la facilidad con que algunos se lisonjean de conseguir lo que quieren.
Denota que con poco que se sepa, basta para sobresalir entre ignorantes.
Expresi�n hiperb�lica con que se asegura el vengarse de alguno, aunque tome los medios m�s exquisitos de ocultarse o ponerse en salvo.
Expresi�n con que alguno desprecia lo que otro dice. Algunos dicen: Vaya V. al rollo, a pasear.
Los imp�os experimentan tarde o temprano el rigor de la justicia divina en castigo de su rebeli�n.
Ense�a cuanto importa la experiencia para proceder con acierto.
Significa ser precisa la capacidad y disposici�n en una cosa para que los medios que se quieren aplicar no salgan vanos. Se dijo de la c�tola, porque es una tablita de madera que est� pendiente de una cuerda sobre la piedra de molino harinero para que la tolva vaya despidiendo la cibera, y a fin de conocer que se para el molino cuando deja de golpear.
D�cese del que es muy testarudo o tenaz en su dict�men.
A veces un mal o cuidado hace olvidar o no sentir otro que antes molestaba.
Satiriza a los que hablan mucho, y lo m�s de ello fuera de prop�sito.
Advierte que el descuido sobre algunas cosas, al parecer de poco momento, suele acarrear p�rdidas y da�os muy graves.
Ense�a que para aumentar el caudal sirve m�s tener dinero con que comerciar y tratar, que el trabajo personal.
Advierte que no se pueden lograr algunos gustos sin pasar por mortificaciones.
Denota los inconvenientes que tiene el comprar fiado, por la dificultad que suele haber al tiempo de la paga.
Aconseja que todas las cosas se hagan con la posible comodidad.
Reprende la demasiada ansia con que se solicitan algunas cosas.
Aconseja que nadie se deje llevar de s�lo el inter�s para casarse.
Explica que lo mal ganado dura poco, y se deshace f�cilmente.
Denota cuan expuesto es a disgusto fiar, porfiar, o ser individuo de cofrad�as.
Apodo que se aplica al que con ma�a, sagacidad y reserva se propone hacer su negocio.
Advierte que no debe uno tomar lo que no le toca, ni perder lo que le pertenece.
Denota que el que ha hecho alguna cosa de que proviene alg�n grav�men, debe sufrir sus resultas.
Advierte que para que no fastidien algunas cosas, se necesita variarlas.
Nota a los que estiman tanto ser preferidos, que pretenden serlo a�n en comparaci�n de otros m�s ruines.
Ense�a que generalmente los halagos y obsequios m�s se hacen por inter�s que por amor.
Nota que los de este temperamento est�n expuestos a perder la raz�n, como los que beben mucho vino.
Se dice de aquellos que contraen amistad por la conformidad de sus malas inclinaciones.
Da a entender que, pasado el deleite que causa alguna pasi�n desordenada, queda s�lo el descr�dito, el deshonor o la verg�enza.
Reprende a las mujeres callejeras que no paran en sus casas.
Reprende y nota a los que ofrecen mucho, y dan poco o nada, o a los que se precian de liberales para con otros, y cuidan de s� solos.
se usa para decir que no se sabe en que consiste el que uno sea premiado o atendido y otro no, cuando las circunstancias son iguales. Algunos dicen: ello va en la comadre.
Denota lo mal que suelen llevarse las correcciones.
Significa que muchas veces en el calor de la ri�a se suelen descubrir las faltas ocultas.
Se usa para animar a alguno a que empiece a hacer alguna cosa a que tiene repugnancia. Tambi�n se emplea como equivalente de: Principio quieren las cosas.
Expresi�n de que se usa para dar a entender que el que est� a expensas de otro, le conviene obedecer y no replicar.
Padecer alg�n da�o, sin haber tenido parte en la causa o motivo de �l.
Advierte que no debe uno entremeterse en lo que no le toca.
Reprende a los que se apartan del amigo que disfrutaron, cuando no le necesitan.
Ense�a la sobriedad y moderaci�n con que se debe criar a los ni�os.
Zahiere al que da con escasez y miseria, jact�ndose al mismo tiempo de dar mucho.
Denota que un se detiene o alarga demasiado en alg�n discurso, o que por mucho que se dilate, siempre le queda algo por decir.
Se amonesta al que por gastar con superfluidad en lo que no necesita, se ve precisado a deshacerse de lo que le hace notable falta.
Los casamientos, para que sean acertados, deben verificarse entre personas de la misma clase. Tambi�n se dice este refr�n de los modos siguientes: La mujer con igual o menor, si quieres ser se�or. Si quieres bien casar, casa con tu igual.
Se dice contra los que son molestos y pesados en la conversaci�n, y fingen o afectan no haber entendido lo que se est� diciendo, y todo se les va en hacer preguntas sin necesidad.
Se usa cuando se oye una exageraci�n desmesurada, y es como si se dijera: Exagerad menos, y se os creer�.
En las cosas de ingenio y gusto no conviene que intervengan muchos.
Manifiesta que los servicios hechos a corporaciones o pueblos son regularmente poco agradecidos.
Es preciso trabajar para sacar la utilidad o fruto que en s� encierra alguna cosa.
Da a entender que una persona es muy reservada, disimulada y astuta. Tambi�n se dice: Tener m�s cochas que un gal�pago.
(V�ase Abad de Zarzuela, com�steis la olla, ped�s la cazuela).
Cuando el interesado reconoce y declara franca y terminantemente aquello que se le atribuye o de que se le acusa, no es necesario para demostrarlo apelar al testimonio ajeno.
Reprende el descuido de los que acuden al remedio de las cosas despu�s de pasada la ocasi�n.
Denota haberse conocido el enga�o o malicia de alg�n sujeto.
Advierte que antes de tratar y conocer alguna persona o cosa, es imprudencia alabarla o vituperarla.
Previene que no se ha de contribuir s�lo con el consejo al remedio del pr�jimo, sino tambi�n con el socorro de los medios posibles.
Se dice de los que est�n infamados en toda la rep�blica, y quieren encubrirlo en su casa y parentela.
Por m�s experimentado que uno sea, siempre le puede convenir tomar consejo.
Ense�a lo mucho que se adelanta con la perseverancia en el trabajo.
Da a entender que se debe aliviar el trabajo buscando el descanso a su tiempo.
Denota que se suele atribuir la injuria al que la dice, aunque sea en nombre otro.
Da a entender la dificultad que hay en resistir las tentaciones de la codicia.
(V�ase A mal juego, buena cara).
Exhorta a no descaecer en los infortunios, porque con el �nimo se hacen m�s tolerables, y a�n suele enmendarse o evitarse la desgracia.
No hay que fiarse en la mocedad, porque tan presto muere el j�ven como el viejo.
Ense�a que con apacibilidad y agrado se vencen las dificultades, y se logra lo que se desea. Cuando se quiere dar a entender que los que son de condici�n apacible, se hacen lugar en todas partes; y al contrario, que los que son de genio �spero y fuerte, a�n de los suyos son aborrecidos, se dice: El cordero manso mama a su madre y a cualquiera; el bravo, ni a la suya ni a la ajena.
Se aplica a los escribanos, para denotar cuan perjudicial es cualquier yerro o falta de legalidad en su oficio.
Reprende la injusticia de los que pretenden que quien recibe un mal tratamiento quede sin disgusto.
Se dice por los que son inconstantes y mudables.
Se dice del que empieza alguna cosa con garbo, y luego la echa a perder.
Advierte que por lo regular los que deben ser m�s atendidos, son despreciados del vulgo.
Los de una misma clase no se suelen hacer da�o unos a otros.
Ense�a que fuera de su lugar y tiempo pierden mucho las cosas.
Del pobre nunca se debe esperar d�diva grande.
Se da a entender el sentimiento que se siente de ver perecer las cosas buenas, y permanecer las malas.
Hay cosas de suyo tan graves y alarmantes, que no puede uno permanecer insensible y callado al oirlas, por m�s sufrido y tolerante que se pueda ser.
Advierte los da�os que se siguen de dar un padre mal maestro a sus hijos.
Da a entender que los buenos procederes y modales, juntos con las riquezas, adquieren la atenci�n y aprecio de la gente.
El haberse erigido en pr�ctica com�n y usual una acci�n viciosa, no es motivo suficiente a seguir ejecut�ndola, pues nunca hay raz�n que legitime el obrar mal.
Significa que las reprensiones o castigos de quien los da por amor, no hacen mal, sino bien.
Da a entender que los que no hacen caso de las advertencias amistosas de los que los estiman, al fin abren los ojos cuando experimentan el castigo.
Da a entender que cuando es el marido descuidado o miserable, suele andar la mujer desali�ada y descompuesta.
Explica que los beneficios hechos a los ingratos les sirven de armas para pagar con mal el bien.
Denota que el porte de los criados suele manifestar las calidades del amo.
Denota que la mujer que cria suele desmejorarse, y la que pare se pone de mejor semblante.
Da a entender que cada uno se halla contento en la tierra donde se ha criado.
Denota que todos los principios suelen ser costosos y dif�ciles.
Se aplica a los ni�os robustos que maman mucho y con fuerza.
Reprende a los hip�critas que, con la capa o apariencia de virtud, intentan encubrir sus vicios. Tambi�n se dice: Detr�s de la cruz est� el diablo.
Explica que por las acciones exteriores se suelen conocer las calidades internas de las personas.
Explica que los mismos atav�os y riquezas que tiene el que no los merece, son causa de que se averig�e su indignidad.
Se aplica al tercero que se aprovecha de la ri�a de otros dos.
Ense�a que es menor mal el herir, que el desacreditar o afrentar a alguno, porque �ste es irreparable, y aqu�l puede tener cura.
Expresa que el maldiciente se da�a a s� mismo.
Manifiesta que los que andan averiguando lo que no les conviene suelen descubrir lo que no quisieran.
Denota que alguna cosa se ha hecho despu�s de pasada la ocasi�n en que se necesitaba.
Advierte que muchas veces las mejores apariencias enga�an.
En todos los cargos y oficios se padecen ciertas incomodidades inevitables.
Ense�a que a�n entre los mayores amigos debe haber formalidad en las cuentas.
Cuando las cuentas y negocios est�n muy embrollados, es preciso tomar un nuevo partido.
Se deben siempre llevar con mucha formalidad las cuentas, aunque no se trate de pagar por entonces.
Exhorta a ser omiso en una diversi�n, trabajo, gasto, etc., en el supuesto de que la acci�n omitida redunda en beneficio del interesado, qued�ndole por otra pare la proporci�n de ejecutarla cuando m�s convenga.
(V�ase Del pan de mi compadre, gran zatico a mi ahijado).
Denota que de ordinario los hijos suelen ser como sus padres.
Da a entender que como se haga la cosa, importa poco que sea de un modo o de otro.
(V�ase A la borrica arrodillada doblarle la carga).
Ense�a que no conviene fiarse en negocios de importancia de gentes sin experiencia.
Es achaque propio de necios tomar cuidado en lo que no les importa.
Ense�a que el que cumple con su obligaci�n, no es responsable de las resultas.
Se aplica a las personas que, por no confesar su ignorancia, y disculpar sus yerros y defectos, los atribuye a otros que no han tenido parte alguna en ellos.
Advierte que la sumisi�n y la humildad no ha de degenerar en bajeza.
Ense�a que entre los que se tratan con amistad y llaneza, no se debe reparar mucho en ceremonias.
Expresa que las cosas que se aprenden, y las costumbres que se adquieren en la primera edad, con dificultad se olvidan o se dejan.
Nota a los que renuevan quejas de agravios antiguos.
Ense�a que los padres que no cuidan de corregir los defectos de sus hijos desde peque�os, tampoco cuando grandes enmiendan sus faltas graves.
Expresa que de ordinario ninguno es peor para enemigo, que el que ha sido amigo, compa�ero, etc., o del mismo oficio o familia.
Se nota que las cosas que no se pueden conseguir con la furza, se logran con la ma�a o industria.
Reprende al que, habiendo sido elevado a alg�n empleo, no hace caso de los de su esfera antigua, o castiga y reprende con rigor los defectos que �l cometi� entonces y ahora debia disimular.
Significa que el buen r�gimen contribuye m�s que las medicinas a conservar y restablecer la salud.
Da a entender que el tiempo es la m�s eficaz medicina para los males, as� de cuerpo como de esp�ritu.
Advierte cuanto conduce el buen r�gimen para alargar la vida, a�n en la edad avanzada.
Denota que no es f�cil enga�ar al que est� pr�ctico o experimentado en el asuto de que se trata.
El que sabe usar de liberalidad, granjea con lo que da, si la d�diva no va a parar a manos mezquinas.
Alaba la prontitud del que da lo que se le pide, o sin necesidad de ped�rselo se anticipa a darlo. A veces se suele emplear como equivalente de: El que primero llega, ese la calza.
Se da a entender que con los dones o presentes se suelen vencer las mayores dificultades.
Manifiesta cuanto se necesita de la prudencia para que el liberal no toque en el vicio de pr�digo. Tambi�n se dice: El dar y el tener, seso ha menester.
Ense�a que al que hace alg�n da�o o habla mal, se le suele pagar en la misma moneda.
Da a entender que el liberal y generoso nunca da con escasez, y al contrario el mezquino. Tambi�n se dice del que da que sentir a otro maliciosamente.
Ense�a que lo m�s prudente es evitar las ocasiones y los riesgos.
Ense�a que en las mujeres a quienes dot� la naturaleza de gentileza y hermosura, es ociosa la demasiada compostura en los adornos; y tambi�n advierte que las verdaderas gracias de la hermosura son las naturales, y que para realizarlas se ha de encubrir el arte � imitar la naturaleza.
Cuando son ligeros los contratiempos, no hacen m�s que causar alguna perturbaci�n; pero cuando son grandes, ense�an y corrigen.
Denota que el buen labrador, como acostumbrado al trabajo, sale por lo com�n buen soldado.
Advierte la prudencia que conviene usar cuando se escuchan palabras picantes y provocativas.
Da entender que muchas veces por librarse del mal que se padece se desea otro mayor.
Reprende al que nota los defectos de otros teni�ndolos �l mayores, y tal vez de la misma especie.
Advierte que el que no tiene juicio cumplidos los treinta a�os, con dificultad le tendr� despu�s para adelantar sus intereses o conveniencias.
Da a entender que el que est� acostumbrado a felicidades, se abate con cualquiera contratiempo, como al que se ha criado siempre sano le hace m�s impresi�n la m�s ligera enfermedad.
Ense�a que no se deben apurar tanto las cosas y quererlas tan exquisitas que se pierda todo.
No se debe despreciar lo que alguno ofrece, aunque sea poco y con alguna incomodidad.
Explica el deseo que tienen los padres de que muchos pretendan a sus hijas para tener donde escoger antes de casarlas.
Algunos suelen sufrir la pena de la culpa que otros cometen.
Reprende a los baladrones y a los que ofrecen hacer muchas cosas cuando no hay riesgo alguno ni est�n en ocasi�n de hacerlas, que por lo com�n no ejecutan nada de lo que prometen, y en llegando la ocasi�n se acobardan y amilanan.
Condena el rigor de la severidad, y ense�a que la justicia se debe templar con la prudencia para que no decline en crueldad.
Denota que para conseguir lo que se nos debe de justicia, conviene alguna vez sufrir alguna vejaci�n, y ceder algo de su derecho.
Moteja a los que hacen alg�n disparate, o toman una cosa por lo contrario de lo que es. Tambi�n se dice: Esa es la derecha y d�bale con la zurda.
Denota la inclinaci�n que todos tenemos a defender lo que nos pertenece o acomoda.
El necio, despu�s de muchos desenga�os, y a m�s no poder, tiene que practicar aquello mismo que el prudente y considerado ejecuta con previsi�n desde luego.
Para el buen �xito de cualquiera solicitud, no siempre basta una sola instancia o ruego.
Se denota que la ingratitud es el m�s aborrecible, y el m�s com�n de todos los vicios.
Advierte la suma dificultad que cuesta coordinar lo desordenado.
No hay necesidad o trabajo que no tenga alg�n remedio o alivio.
Se da a entender el riesgo de morir que tienen los ni�os en los primeros d�as de su infancia, en que maman la primera leche o calostro.
Con esto se nota al que, con porf�a y tenacidad, sostiene una opini�n, y aunque alguna vez cese o calle, vuelve a la porf�a. Tambi�n se dice: ¿Qu� hemos de hacer? Descansar, y tornar a beber y significa la firme resoluci�n de proseguir lo que se emprende y no desistir del empe�o; suceda lo que sucediere.
Ense�a que se suele hallar el remedio o consuelo de los da�os o males en lo mismo que los causa u ocasiona, si se sabe hacer buen uso de ello. D�cese tambi�n: La mancha de la mora con otra verde se quita.
Demuestra que ni el valor, ni el m�rito, ni la prudencia humana bastan para contrastar la fortuna contraria.
Denota que el correr la misma suerte en las adversidades, produce la amistad, as� como el caminar juntos.
Ense�a que lo que para unos es in�til y despreciable, para otros deja de serlo.
Denota que los gastos superfluos y la prodigalidad obligan despu�s a vivir con estrechez.
Advierte a los mediadores la prudencia con que deben proceder.
Ense�a que ni a�n en lo oculto se deben hacer acciones malas, porque la costumbre suele arrastrar a ejecutarlas en p�blico o con descaro.
Se dice de los recien casados, por los muchos gastos de boda.
Advierte que para evitar quimeras y pleitos, conviene prevenir todos los lances al principio de alg�n negocio.
Denota cuanto mudan a los hombres las prosperidades y la fortuna, hasta el punto de que no conozcan a sus antiguos amigos.
El disgusto con que se reciben los males e infortunios, es un nuevo motivo para aumentarlos.
Da a entender que por infeliz y miserable que sea una persona, no falta quien la aprecie.
Explica el gusto o deseo con que se recibe a alguno que ha tardado y se deseaba, y aconseja que no se familiarice uno mucho, para hacerse m�s estimable.
Se dice por el que no tiene ambiciones y se conforma f�cilmente aunque pierda o deje de adquirir algunos bienes.
Ense�a que el juicio y prudencia debe consultar y pesar bien las palabras antes que las pronuncie la lengua, para no tener que arrepentirse de haberlas proferido.
Explica la fuerza que tiene la promesa de alguna cosa, pues por ella queda obligado el que la hace a cumplir lo que prometi�.
Da a entender la esperanza que queda de cobrar mientras vive el deudor.
Aconseja se anticipen en d�as ocupados las obligaciones indispensables para no faltar a ellas.
Aconseja la prudencia, especulaci�n o consejo de que se debe usar para tomar estado.
Aconseja se aprovechen las ocasiones favorables, y se prepare el �nimo para las adversidades que puedan sobrevenir.
D�cese ir�nicamente de los que, en d�as se�alados y notables, se emplean en hacer cosas malas.
Denota hay ocasiones en que se debe gastar con esplendidez.
Reprende a los que se apresuran demasiado en los negocios que dan tiempo. Se emplea tambi�n como expresi�n familiar, para denotar que no urge el decir o hacer alguna cosa.
Demuestra lo poco estables y duraderas que son las felicidades de este mundo.
Ense�a que lo que se adquiere por malos medios, no s�lo no se logra, sino que regularmente es causa de que se pierda a�n lo que se posee con alg�n derecho.
Da a entender que, por buena que sea una cosa, se hace fastidiosa cuando es muy repetida. Este refr�n se dice tambi�n del modo siguiente: Cada d�a gallina, amarga la cocina.
Locuci�n familiar con que se da a entender que ha pasado alg�n tiempo indeterminado de un suceso a otro. Usase m�s comunmente en los cuentos y novelas.
Da a entender que no siempre aprovecha la buena crianza en los hijos si �stos son de mal natural.
Ense�a el riesgo que hay en el trato frecuente y familiar de hombres y mujeres, atendida a la fragilidad humana.
Reprende a los que indiscretamente dan gusto a sus hijos en perjuicio de su buena educaci�n.
Denota la poca seguridad que se debe tener en las cosas contingentes.
Locuci�n muy usada por via de comparaci�n, cuando se quiere excusar a alg�n determinado sujeto de que no ha hecho alguna cosa, diciendo: No ser� esa persona, porque hay muchos DIABLOS que se parecen unos a otros.
Advierte la facilidad con que se suelen disipar los caudales, especialmente los mal adquiridos.
Reprende al que invierte el orden de las cosas, aunque sea con pretextos honestos.
Censura a los hip�critas, y generalmente a todos los que, con buenas apariencias, encubren mala alma o da�ada intenci�n.
Reprende la libertad en el hablar sin reflexi�n y prudencia, y ense�a que las palabras han de ser medidas y pesadas con madurez, para que no originen respuesta que sea sensible o injuriosa al que la motiva.
Expresi�n familiar con que se nota la importante repetici�n de alguna cosa.
Previene la distancia que hay entre lo que se dice y lo que se ejecuta, y ense�a que no debe confiarse enteramente en las promesas, pues suele ser mucho menos lo que se cumple que lo que se ofrece.
Explica la diferencia que hay entre el cari�o y el desprecio.
Frase con que se denota el demasiado frio que padece alguno, o el excesivo miedo con que se halla.
Expresi�n con que se zahiere al que se jacta de valentias, d�ndole a entender que s�lo para comer es bueno.
Aconseja la actividad y diligencia que se debe poner para superar las cosas arduas y dificultosas.
Explica que cada uno debe primero mirar por s� que no por los otros, por muy allegados que sean.
Explica el desenga�o del que, cuando juzga f�cil conseguir alg�n negocio, encuentra grandes dificultades.
Locuci�n con que se explica la igualdad de dos en la habilidad, destreza o astucia, dando a entender as� que cada uno le percibe o penetra bien al otro la intenci�n, o le previene en lo que va a ejecutar.
Ense�a que hay ocasiones en que aprovecha y sirve m�s la prontitud y celeridad en ejecutar alguna cosa, que la habilidad y destreza.
Locuci�n con que se da a entender la facilidad de caer en alg�n descuido o yerro, a�n los m�s advertidos y prudentes.
Da a entender que entre dos igualmente h�biles, astutos y sagaces, el m�s pronto en resolver o emprender el intento lleva la ventaja.
El huir de la gula y de los goces sensuales, y el uso frecuente de las lavativas, son tres medios conducentes a disfrutar de salud y longevidad.
Reprende a los que desfalcan algo de lo que deben pagar.
Ense�a cuanto influye el cuidado y actividad en el logro de las solicitudes.
Explica la facilidad que hay en conocer quien es rico, pues su porte y gastos lo dan a entender por lo com�n, del mismo modo que le sucede al enamorado.
Ense�a la disposici�n que tiene un hombre que no necesita hacer su fortuna, para obrar con rectitud y entereza.
Explica la fuerza del dinero, que influye aun en aquellos a quienes no sirve ni aprovecha.
Indica el derecho que cada uno tiene a que sea de la mejor condici�n y calidad aquello que le cuesta su dinero.
Reprende a los que hacen muchos agasajos y cari�os, y faltan en el tiempo de la necesidad.
Manifiesta la facilidad con que logra el rico lo que se le antoja.
Da a entender que en caudales y virtudes suele ser muy equ�voca la opini�n general.
Las cosas �tiles dejan de serlo cuando no se hace uso de ellas. Tambi�n se dice: Lo olvidado, ni agradecido ni pagado.
Da a entender lo mucho que la mujer puede con su ma�a y arte en el manejo de las cosas de la casa.
Ense�a cuanto importa que el mismo due�o sea quien cuide de su hacienda.
Son necesarios el trabajo y diligencia personal para conseguir las cosas con el auxilio de Dios, y es una temeridad el dejarlo todo a su providencia.
Advierte que interviene Dios en todos los sucesos, disponi�ndolos o permiti�ndolos.
Exhorta a la conformidad en los trabajos, consider�ndolos como enviados de Dios, que siempre busca nuestro mayor provecho.
D�cese contra los que confian m�s en sus diligencia, que en la ayuda de Dios.
Locuci�n con que nos animamos a proseguir en alg�n buen prop�sito, aunque se presenten estorbos maliciosos.
Es prudente mudar de mios, cuando los primeros no salen bien.
Expresa que la demasiada abundancia, aunque sea de cosas delicadas, buenas, y que se deseaban, muchas veces es molesta y perjudicial.
(V�ase Abad de Zarzuela, com�steis la olla, ped�s la cazuela).
Se manifiesta haber perdonado a alguno alg�n agravio, o que no se quiere m�s trato con �l.
Advierte que de las discordias y desavenencias de unos suele resultar utilidad y provecho para otros.
La verdadera riqueza es la virtud.
Al que por su estado no tiene cuidados, le sobrevienen por otra parte o por otros motivos inexcusables.
El abuso de los medios proporcionados para un digno fin, suele convertirlos en perdici�n y da�o. D�cese tambi�n: Por su mal cri� Dios o le nacieron alas a la hormiga.
Exclamaci�n de sentimiento en que prorumpe uno al ver fallidas sus esperanzas.
Se suele decir cuando las riquezas o conveniencias recaen el alg�n sujeto que no puede disfrutarlas. Este refr�n se expresa tambi�n de los dos modos siguientes: Da Dios babas a quien no tiene quijadas. Da Dios mocos a quien no tiene pa�uelo.
Explica la esperanza que se tiene de conseguir lo que se intenta, aunque parezca desproporcionado.
Da a entender que los que son semejantes en las inclinaciones y en el genio, se buscan unos a otros. M�s comunmente se aplica esta locuci�n a los malos que a los buenos.
Denota que siempre conviene tratar con gentes que entiendan lo que se disputa.
Reprende la cortedad de aquellos que por no atreverse a explicar sus solicitudes las malogran.
El que cumple con su obligaci�n no tiene que hacer caso de murmuraciones, pues Dios le sacar� en bien.
Denota el recelo de que suceda lo contrario de lo que se desea o pretende.
Al que abandona culpablemente a sus parientes, Dios le abandonar� tambi�n.
Tambi�n se dicen los siguientes: No te d� Dios moza adivina ni mujer latina, oficial nuevo ni barbero viejo, amigo reconciliado ni viento que entra por horado, y a tus hijos guardete de padrastro, los cuales se explican por si mismos.
Recuerda la justicia y castigo de Dios al que obra mal, confiado en su espera y misericordia.
Dios da el socorro seg�n la necesidad.
Recuerda la presencia de Dios en todo lugar, para que nosotros procedamos rectamente, como que hemos de ser juzgados por quien ve nuestras obras.
Ense�a que debemos esperar el remedio de nuestros males de la misma mano de Dios, que nos los envia.
Nos amonesta hagamos de nuestra parte cuanto alcancen nuestras fuerzas para el logro de nuestros deseos, sin exigir que Dios haga milagros.
Explica la disposici�n que tiene alguno a conformarse con la Providencia en el buen o mal �xito de sus pretensiones o deseos.
Reprende la necedad de muchos que, sin elecci�n ni discernimiento, reparten aun lo que a ellos mismos har� falta entre los que no lo han menester.
Dios es el �nico autor del bien, por cualquier medio que nos venga.
Los castigos de Dios siempre nos vienen templados por su misericordia, pues nunca son iguales a nuestras faltas.
Ense�a que debemos comunicar nuestros bienes y felicidades a los dem�s, o, cuando menos, no suscitar obst�culos a su bienestar.
Avisa que cuando no se tiene ganada la voluntad del que ha de conceder alguna gracia, no hay que fiar en mediaciones de amigos o intercesores.
Ense�a que todo obedece a la voluntad de Dios, disponiendo que los medios que se creen mas contrarios al logro de alguna cosa, sirvan para su consecuci�n.
Cada uno hace las cosas del mejor modo que sabe o puede.
Una buena diligencia suele tener feliz un �xito en las pretensiones.
Consuela a los que tienen trabajos, represent�ndoles que con el tiempo suelen interrumpierse o minorarse.
Ene�a que el prudente observa y hace juicio de los sucesos por los antecedentes y se�ales que les preceden.
Explica lo poco que algunos sienten el enviudar.
Da a entender que los fines de los amores son amargos y tristes ordinariamente.
Ense�a cuanto conviene no singularizarse, sino seguir los usos y costumbres del pa�s en que cada uno se halla. Otros dice: Cuando a Roma fueres, etc.
Aconseja la necesidad de tener ocupadas a las j�venes para preservarlas de los vicios que ocasiona la ociosidad.
Advierte que as� como ofende al azor la vista del sol, de igual manera perjudica a la honestidad de las doncellas dejarse ver demasiado.
Da a entender cuan graves son a los j�venes los cuidados del amor.
Es prudencia ceder y retirarse cuando las fuerzas contrarias son superiores.
Da entender la ventaja del mayor n�mero en los combates y peleas.
Ense�a cuanto perjudica a la averiguaci�n de la verdad la facilidad en creer, y la precipitaci�n y falta de ex�men.
Al que quiere cumplir con lo que debe, no le cuesta dificultad dar cualquiera seguridad o garant�a que le pidan.
Expresi�n con que se da a entender que por mucha parte que se tome en los males o cuidados de otro, nunca es tanta como la de aquel que los tiene o padece.
Las calumnias contra alguno, aunque siendo claras y reconocidas por tales no parezca que le perjudican, suelen dejar alguna mancha en su reputaci�n.
Denota que los hombres honrados m�s sienten y se desvelan por deber y no poder pagar, que por padecer alg�n dolor.
Da a entender que el que se halla culpado no puede reprender a otro.
Denota la presunci�n y vanidad que tienen algunas mujeres de ser muy hacendosas.
Da a entender cuan expuesto y sujeto a inconvenientes es el levantarse uno a m�s alto lugar que el que a su estado y ejercicio corresponde, como la mujer que no quiere hilar sentada en el suelo, sino en alto, y por lo mismo tiene que bajarse cada vez que se cae el huso.
Da a entender lo vario de los hombres en la estimaci�n que hacen de la persona a quien piden una cosa al tiempo de solicitarla y despu�s que la han conseguido.
Cada uno debe cumplir con las obligaciones de su estado o ministerio, sin pretender cargarlas a otro.
Denota el cuidado con que se deben guardar algunas cosas.
Da a entender que la mujer ventanera nunca ser� muy hacendosa.
Ense�a cuanto importa la presencia del se�or para que se haga bien y con cuidado sus cosas.
Para saber es necesario mucho desvelo y aplicaci�n.
Da a entender el descuido y sosiego con que puede vivir el que ha despachado lo que est� a su cargo.
Los males y trabajos no suelen venir solos, sino que se suceden unos a otros.
Da a entender lo mucho que acaban los sentimientos.
Son m�s soportables los trabajos cuando hay bienes y conveniencias.
Debe llevar las incomodidades de un empleo u oficio, el que tiene las utilidades y los provechos.
Explica la dificultad de concluir un ajuste o convenio entre dos porfiados y temosos.
Siempre se ha de esperar m�s del avaro que tiene que dar, que del liberal que no tiene.
(V�ase �Quien le ha dado a V. vela en este entierro?).
Denota la pesadez y tes�n con que alguno intenta persuadir lo que no tiene fundamento. Tambi�n se dice cuando sobre un da�o recibido sobrevienen otros mayores.
Se aplica a los que ocupan alg�n puesto o gozan de favor sin fruto propio y con da�o de otros.
Denota que despu�s de haber caido dos o tres escarchas grandes y seguidas, regularmente llueve.
Explica cuanto enga�a la pasi�n en el juicio de las dotes y gracias de las personas que amamos.
Reprende a los que hacen ostentaci�n de cualidades que no les son propias.
Moteja al que, desconfiado de su habilidad, se vale de auxilio ajeno para ostentarla.
Denota cuanto valen las experiencias de los da�os y trabajos sufridos, para ense�ar el modo de evitar en adelante las ocasiones peligrosas. Tambi�n se dice de los tres modos siguientes: De los escarmentados se hacen los avisados. El escarmentado busca el vado. El escarmentado bien conoce el vado.
Advierte que las cosas propias no satisfacen, antes suelen causar fastidio.
Ense�a que as� como los manjares, aunque sean sabrosos, llegan a fastidiar cuando se repiten, as� los placeres viciosos, aunque parezcan deleitables al pricipio, llegan a causar pena y tormento.
Manifiesta vencerse la primera dificultad de un negocio con s�lo principiarle.
Advierte que de ordinario tiene m�s el rico cuando viene a menos, que el pobre que va saliendo de su pobreza.
Da a entender que el que dilata por pobreza lo que debe hacer a su tiempo, suele hallar despu�s embarazos al tratar de realizarlo.
Da a entender que los enamorados son ordinariamente disipadores de sus haciendas, y no atienden a adelantarlas.
Denota que el que est� apasionado cree que nadie ve lo que �l quisiera que no viese.
Advierte que lo que m�s se cuida es lo que suele extraviarse o perderse.
Explica que por ser tan grave el delito de la mujer que comete adulterio, es necesario el auxilio de Dios y las exhortaciones de los buenos para que conozca su pecado y se arrepienta.
Se dice de los que corresponden con ingratitud a los beneficios que se les hacen.
Indica que el ni�o que arroja temprano los dientes, temprano dejar� de mamar, con lo que su madre se har� presto pre�ada, y �l tendr� pronto hermano.
Ense�a que conviene vivir con econom�a, para conservar la decencia.
Ense�a que el dict�men o prudente noticia de las cosas, se debe siempre tomar de quien est� desapasionado. Cuando se quiere manifestar no deberse dar fe a los dichos de los testigos apasionados y quejosos, se dice: El que es enemigo de la novia, no dice bien de la boda.
El que desprecia a su enemigo, suele ser v�ctima de su vana confianza.
En ciertas ocasiones conviene facilitar la huida al enemigo.
Se usa cuando se trata de deshacerse de los que causan alg�n perjuicio.
Advierte que la emulaci�n suele reinar entre los hombres de una misma clase, ejercicio, etc.
Usanlo los ganaderos u otras personas que tratan en carnes, para expresar lo que �stas se disminuyen con la falta de hierbas que en estos meses se padece.
Ense�a que en el mes de enero no debe cazarse.
Advierte el cuidado, cautela y vigilancia que se ha de tener con los enemigos, para que no nos cojan desprevenidos sus asechanzas o invasiones.
Denota que los pollos que nacen por enero est�n en saz�n para San Juan.
Da a entender que es m�s a prop�sito el frio para este g�nero de animales que el tiempo templado o caluroso.
El enfermo que ha sido acometido de un mal grave y prolongado, rara vez puede desembarazarse de �l; porque aun dado que la medicina fuera bastante eficaz a curarle la enfermedad que le aqueja, el estado de postraci�n y extenuaci�n en que �sta le ha sumido no le permite lograr combatirla, con cuyo motivo tarde que temprano llega a sucumbir.
Significa que el hombre que engorda llegado a viejo, disimula la edad, y goza salud tan robusta como si fuera mozo.
Ense�a que para nutrirse bien y pronto, es necesario comer s�lo cuando hay apetito y beber despacio.
Manifiesta que no hay lecho duro ni inc�modo cuando hay buena disposici�n o gana de dormir.
Da a entender que quien ha perdido su opini�n y fama, con dificultad hallar� acomodo o establecimiento.
Da a entender que a nadie se le debe culpar de las faltas que �l mismo ha corregido, y de que se arrepiente.
Advierte que es raz�n disimular y perdonar el primer error; pero que si son repetidos los yerros no merecen disculpa y se deben castigar.
Da a entender que el sujeto capaz y de buen entendimiento, comprende f�cilmente lo que se quiere decir.
Moteja al que hace alg�n desprop�sito, estando persuadido a que procede con acierto.
Ense�a que los demasiadamente impertinentes, suelen echar a perder las cosas por perfeccionarlas y apurarlas m�s de lo que conviene.
Da entender que el que quisiere saber o adelantar en cualquiera cosa, ha de ser a costa de trabajo y fatiga.
Ense�a que despu�s de la ensalada se debe beber vino puro.
Modo de hablar familiar con que se moteja a alguno que viene con gran seriedad y misterio a solicitar alguna friolera o cosa sin sustancia.
Manifiesta la franqueza y confianza que se debe tener con los amigos.
Expresi�n familiar con que se dice a uno que se sosiegue y deponga la c�lera o enfado.
Locuci�n familiar con que se nota al envidioso disimulado.
Se usa para denotar que ordinariamente se aborrece al que se ha ofendido, por el temor de que se vengue.
Denota que no se puede sacar ning�n partido bueno de una cosa o persona que est� en desorden.
Los hombres demasiadamente curiosos en apurar las cosas, suelen encontrar lo que les es nocivo y causa gran pesar.
Explica que ninguno es tan feo que no halle su igual con quien acomodarse.
Ense�a que suelen los que se casan dos veces tratar mejor a la segunda mujer que a la primera.
Advierte que es muy conveniente el vivir prevenido y aparejado para lo que pueda sobrevenir.
Ense�a que a cada uno se ha de tratar conforme corresponde a su genio y educaci�n.
Advierte que el que recibe un beneficio, debe mostrarse satisfecho, por no incurrir en la nota de ignorante e ingrato.
Nota la dificultad que se halla en atinar con lo que es m�s conveniente, cuando se ha de elegir por el propio conocimiento.
Se dice de los que son convidados a alg�n banquete o festejo, y tambi�n de los que se entran de gorra y disfrutan alg�n festejo sin costarles nada.
Se dice de los que han perdido el miedo a las reprensiones, y no hacen caso del que diran.
Ense�a las precauciones con que se ha de comerciar y tratar los negocios, para no exponerse a las p�rdidas que ocasiona el descuido y la demasiada confianza.
Ense�a cuanto contribuye, para el buen �xito de un negocio, tener de su parte al principal agente de �l.
Reprende a los demasiadamente curiosos y amigos de oir lo que hablan otros.
Advierte que la mejor econom�a consiste en tener alhajas de mayor duraci�n, aunque se gaste algo m�s al tiempo de comprarlas.
Reprende la volubilidad de los �nimos inconstantes.
Ense�a se deben evitar los motivos de envidia que causan a los que han sido sus compa�eros los que ascienden a clase m�s honor�fica.
Denota que el modo de hacer los beneficios y distribuir los empleios, descubre la mayor o menor afici�n y particular inclinaci�n del que los reparte.
Advierte que nos debemos conformar con la costumbre com�n del tiempo siempre que sea l�cita y honesta.
Denota que el que ha padecido alg�n trabajo o contratiempo, con cuaquier motivo se recela y teme no le vuelva a suceder.
Explica la mortificaci�n del que vive en una esperanza incierta de lograr el fin de sus deseos.
Advierte que no debe el hombre poner su confianza en este mundo inconstante.
Ense�a que sin el uso y conocimiento pr�ctico, dif�cilmente se alcanza el verdadero y perfecto de lo que se aprende y estudia.
Aconseja que no se trabaje sin esperanza de fruto.
El hombre sabio y prudente no se deja llevar a ciegas de la opini�n.
Advierte cuanto se enga�an algunos creyendo que otros tienen grandes facultades, cuando carecen de lo necesario.
Expresi�n metaf�rica de que se usa para denotar que alguna cosa est� muy oculta o escondida. Cuando se dice: Meter o sepultar siete estados debajo de tierra, entonces es una frase exagerativa con que se intenta amedrentar a alguno.
Aconseja que no se gaste m�s de lo que corresponde a las facultades de cada uno.
Advierte que los hombres de menos valer se entonan y ponen m�s hinchados, al paso que se les hacen m�s ruegos para que condesciendan a alguna s�plica.
Refr�n que advierte el riesgo que hay en la demasiada familiaridad entre hombre y mujeres. Tambi�n se dice: No est� bien el fuego cabe las estopas.
Advierte lo dificultoso que es impedir la mumuraci�n que es casi general.
Se suele decir cuando se da alg�n empleo a persona poco inteligente, o menos digna, por no haber para �l otra m�s a prop�sito.
Explica que las cosas malas se procuran hacer ocultamente, para que no se puedan distinguir.
Da a entender que el que una vez adquiere buena fama, con poco trabajo la conserva.
Advierte que muchas veces se atribuye a uno lo que otro hizo.
Aconseja que se procure adquirir buena opini�n, porque con ella se puede disimular alg�n defecto, si le hay.
Reprende a los perezosos y alaba a los diligentes.
Denota cuan dif�cil es de borrarse la mala opini�n una vez adquirida.
Ense�a que las cosas que por ser de poca monta se desprecian, suelen aprovechar en algunas ocasiones.
Aconseja el buen r�gimen y orden que se debe tener en las acciones de la vida humana.
Modo de hablar del estilo jocoso con que se explica que las cosas suceden, o se ejecutan al contrario de como se esperaban o debian hacer.
Denota que las obras son las que dan el m�s seguro testimonio de la intenci�n.
Indican estos dos refranes contrarios, que por lo regular la mujer que nace fea suele volverse hermosa al operarse en ella el desarrollo de la naturaleza, y viceversa.
Expresa que la lluvia en este m�s afianza la cosecha de la cebada.
Denota que cada uno habla de las cosas, seg�n el provecho o da�o que ha sacado de ellas.
Explica lo trabajoso que es el verse un hombre adeudado, por la molestia continua de los acreedores.
Aconseja que nos guardemos de los hip�critas.
Estar desazonado y enfadado, o no gustar de lo que se propone. Tambi�n se dice: No est� la Magdalena para tafetanes.
Da a entender el cuidado con que deben mirarse los aduladores.
Explica no ser f�cil mudar de genio.
Locuci�n con que se da a entender que alguno, por embriagado, ha perdido todo juicio y no es h�bil para cuidar de sus cosas.
(V�ase Quien tiene cuatro y gasta cinco, ha ha menester bolsico).
Da a entender que hasta estar concluida una cosa no se puede hacer juicio cabal de ella.
Explica la astucia y malicia de algunos que, porque no tienen raz�n, quieren hacerse temer para conseguir lo que desean.
Denota lo poco que se puede esperar de la mujer que ha empezado a perder la verg�enza, del mismo modo que del campo cuando se adelanta demasiado antes que llegue la primavera.
Expresi�n con que se aplica la galanura y buen parecer de alguna cosa.
Aconseja que nadie se deje llevar de s�lo el inter�s para casarse.
Ense�a que f�cilmente se pasa de un vicio a otro.
Da a entender que as� como la cosecha de la aceituna rara vez es mediana, as� tambi�n es la fortuna que rara vez se contenta con la median�a.
A veces suelen lograr matrimonio m�s conveniente las mujeres feas que las que no lo son.
Da entender que regularmente no se suele atender al m�rito de los sujetos, antes por el contrario, que los menos id�neos son los que ocupan de ordinario los puestos m�s encumbrados y lucrativos.
Da a entender que se suelen lograr mejor las cosas cuando se emprenden sin reparo ni timidez. D�cese tambi�n en este sentido: Fray Modesto nunca fue prior.
El que despu�s de haber adquirido desenga�o de las cosas del mundo entra en religi�n, suele salir mejor religioso.
En las obras de caridad que se hacen con el pr�jimo, no s�lo se interesa el que las recibe, sino tambi�n el que las hace, por el m�rito que adquiere con Dios.
Advierte que nosotros debemos buscar y tomar las seguridades que nos parezcan mejores par la conservaci�n de la hacienda, y no fiarnos de nadie.
El que hace las cosas por su gusto no tiene a quien culpar si �stas obtienen un desenlace siniestro, mayormente si antes de emprenderlas se le habia predicho el desastroso resultado que tendria su determinaci�n.
Expresi�n metaf�rica y familiar con que se expresa el tiempo en que se ha de ver si alguna cosa ha de llegar a tener efecto, y as� se dice: Fulano est� con esperanza de que ha de lograr su intento; pero al freir de los huevos lo ver�.
(V�ase Todos los golpes van a parar al dedo malo).
Ense�a el cuidado que debe tenerse con las cosas que por su naturaleza son delicadas.
Aconseja que nadie obre mal, confiado en que tiene valedores, porque �stos no siempre pueden defenderle del da�o que le amenaza.
Da a entender que por m�s ocultas que se hagan las cosas, no dejan de rastrearse.
Advierte que es m�s valor esperar con serenidad el peligro, que acometerle.
Se aplica al que, procurando evitar un inconveniente o da�o, cae en otro mayor.
Ense�a que a quien no escucha razones es menester resistirle por fuerza.
Explica el poco cuidado que se tiene de algunas cosas populares, o la indiferencia con que se miran.
Se aplica a los que son molestos y pesados en su trato y conversaci�n, siendo por otra parte dif�ciles de entrar en ella, al mismo tiempo que se hacen de rogar.
Ense�a que en cualquiera cosa o negocio, lo m�s importante es cuidar de no sufrir alg�n da�o o detrimento.
Expresi�n con que se da a entender que alguno falta en la ocasi�n forzosa.